miércoles, 26 de junio de 2013

Los pilares de la salvación cristiana


2013-06-23 L’Osservatore Romano
Las riquezas y las preocupaciones del mundo nos hacen olvidadizos del pasado, confusos en el presente, inciertos sobre el futuro. Es decir, hacen perder de vista los tres pilares sobre los cuales se funda la historia de la salvación cristiana: un Padre que nos eligió en el pasado, nos hizo una promesa para el futuro y a quien hemos dado una respuesta estableciendo con Él, en el presente, una alianza. Este es el sentido de la reflexión propuesta por el Papa Francisco durante la misa celebrada el sábado 22 de junio, por la mañana, en la Domus Sanctae Marthae, a la que asistió un grupo de empleados de los Museos Vaticanos.
 La homilía del Papa se desarrolló a partir del relato propuesto por el evangelio de Mateo (6, 24-34), donde se habla de las recomendaciones de Jesús a los discípulos: «cuando dice: “Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero”. Luego continúa: “No estéis agobiados por vuestra vida, por lo que vais a comer o beber”». «Nos ayuda a comprender esto —dijo el Pontífice— el capítulo 13 de san Mateo, que relata la explicación de Jesús a los discípulos de la parábola del sembrador. Dice que la semilla que cayó en tierra con espinas se ahogó. Pero, ¿quién la ahoga? Jesús dice: “las riquezas y las preocupaciones del mundo”. Se ve que Jesús tenía una idea clara sobre esto».
 Por lo tanto, «las riquezas y las preocupaciones del mundo —puntualizó el Santo Padre— ahogan la Palabra de Dios. No la dejan crecer. Y la Palabra muere porque no se custodia, se ahoga. En ese caso lo que sirve es la riqueza o la preocupación del mundo, pero no la Palabra de Dios».
 Después de haber hecho notar que Jesús, en sus explicaciones a los discípulos, introduce el elemento temporal, el Papa se  preguntó: «¿Qué hacen en nosotros las riquezas y las preocupaciones?». «Sencillamente nos sacan del tiempo», respondió explicando seguidamente: «Toda nuestra vida está cimentada sobre tres pilares: uno en el pasado, uno en el presente y el otro en el futuro. Esto está claro en la Biblia: el pilar del pasado es la elección. El Señor nos eligió. Cada uno de nosotros puede decir: “El Señor me eligió, me amó, me dijo ven y en el bautismo me eligió para seguir un camino, el camino cristiano”». El futuro es la promesa que Jesús hizo a los hombres: «Me eligió —explicó una vez más el Obispo de Roma— para caminar hacia una promesa, nos hizo una promesa». Por último, el presente «es nuestra respuesta a este Dios tan bueno que me eligió, que me hace una promesa y que me propone una alianza; y yo hago una alianza con Él».
  Elección, promesa, alianza son, por lo tanto, los tres pilares de toda la historia de la salvación. Pero a veces puede suceder que «cuando nuestro corazón entra en esto que Jesús nos explica —agregó el Santo Padre— corta el tiempo. Corta el pasado, corta el futuro y se confunde en el presente». Sucede esto porque quien «está apegado a las riquezas no le interesa el pasado ni el futuro, tiene todo.  La riqueza es un ídolo. Él no tiene necesidad de un pasado, de una promesa, de una elección, de futuro, de nada. Aquello de lo que se preocupa es de lo que puede suceder»; por ello «corta su relación con el futuro», que para él se convierte en «futurible». Pero ciertamente no lo orienta hacia una promesa y por ello permanece confundido, solo. «Por ello Jesús nos dice: “O Dios o la riqueza, o el reino de Dios y su justicia o las preocupaciones”. Sencillamente nos invita a caminar por la senda de ese don tan grande que nos dio: ser sus elegidos. Con el bautismo somos elegidos en el amor», afirmó el Pontífice.
 «No cortemos con el pasado; tenemos un Padre que nos ha puesto en camino. E incluso el futuro es gozoso porque caminamos hacia una promesa y las preocupaciones no emergen. El Señor es fiel, no decepciona. Por ello avanzamos», fue la exhortación del Papa. En lo que se refiere al presente, «hagamos lo que podamos pero en concreto, sin espejismos y sin olvidar que tenemos un Padre que nos eligió en el pasado».
 Por lo tanto,  «recordemos bien —agregó el Papa Francisco—: la semilla que cae entre las espinas se ahoga, la ahogan las riquezas y las preocupaciones del mundo»: dos elementos que hacen olvidar el pasado y el futuro. De este modo, «tenemos un Padre, pero vivimos como si no lo tuviésemos» y tenemos un futuro incierto. De este modo también el presente «es algo que no funciona». Pero es precisamente por esto —animó luego el Pontífice— que «debemos confiar en el Señor, quien dice: “Tranquilos, buscad el reino de Dios, su justicia. Todo lo demás vendrá”». Concluyendo la homilía, el Papa exhortó a pedir al Señor la gracia de no equivocarnos al dar  importancia a las preocupaciones y a la idolatría de las riquezas, sino más bien recorar siempre que «tenemos un Padre que nos eligió y nos promete algo bueno». Debemos, por lo tanto, «caminar hacia la promesa acogiendo el presente tal como llega».


Fuente de información:http://www.news.va/es/news
 ProfesoraSylvia Rojas

miércoles, 19 de junio de 2013

EL TESORO DE LA VIDA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO -Domingo 16 de junio de 2013

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Plaza de San Pedro

 

 
Queridos hermanos y hermanas:
Esta celebración tiene un nombre muy bello: el Evangelio de la Vida. Con esta Eucaristía, en el Año de la fe, queremos dar gracias al Señor por el don de la vida en todas sus diversas manifestaciones, y queremos al mismo tiempo anunciar el Evangelio de la Vida.
A partir de la Palabra de Dios que hemos escuchado, quisiera proponeros tres puntos sencillos de meditación para nuestra fe: en primer lugar, la Biblia nos revela al Dios vivo, al Dios que es Vida y fuente de la vida; en segundo lugar, Jesucristo da vida, y el Espíritu Santo nos mantiene en la vida; tercero, seguir el camino de Dios lleva a la vida, mientras que seguir a los ídolos conduce a la muerte.
1. La primera lectura, tomada del Libro Segundo de Samuel, nos habla de la vida y de la muerte. El rey David quiere ocultar que cometió adulterio con la mujer de Urías el hitita, un soldado en su ejército y, para ello, manda poner a Urías en primera línea para que caiga en la batalla. La Biblia nos muestra el drama humano en toda su realidad, el bien y el mal, las pasiones, el pecado y sus consecuencias. Cuando el hombre quiere afirmarse a sí mismo, encerrándose en su propio egoísmo y poniéndose en el puesto de Dios, acaba sembrando la muerte. Y el adulterio del rey David es un ejemplo. Y el egoísmo conduce a la mentira, con la que trata de engañarse a sí mismo y al prójimo. Pero no se puede engañar a Dios, y hemos escuchado lo que dice el profeta a David: «Has hecho lo que está mal a los ojos de Dios» (cf. 2 S 12,9). Al rey se le pone frente a sus obras de muerte –en verdad lo que ha hecho es una obra de muerte, no de vida–, comprende y pide perdón: «He pecado contra el Señor» (v. 13), y el Dios misericordioso, que quiere la vida y siempre nos perdona, le perdona, le da de nuevo la vida; el profeta le dice: «También el Señor ha perdonado tu pecado, no morirás». ¿Qué imagen tenemos de Dios? Tal vez nos parece un juez severo, como alguien que limita nuestra libertad de vivir. Pero toda la Escritura nos recuerda que Dios es el Viviente, el que da la vida y que indica la senda de la vida plena. Pienso en el comienzo del Libro del Génesis: Dios formó al hombre del polvo de la tierra, soplando en su nariz el aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser vivo (cf. 2,7). Dios es la fuente de la vida; y gracias a su aliento el hombre tiene vida y su aliento es lo que sostiene el camino de su existencia terrena. Pienso igualmente en la vocación de Moisés, cuando el Señor se presenta como el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, como el Dios de los vivos; y, enviando a Moisés al faraón para liberar a su pueblo, revela su nombre: «Yo soy el que soy», el Dios que se hace presente en la historia, que libera de la esclavitud, de la muerte, y que saca al pueblo porque es el Viviente. Pienso también en el don de los Diez Mandamientos: una vía que Dios nos indica para una vida verdaderamente libre, para una vida plena; no son un himno al «no», no debes hacer esto, no debes hacer esto, no debes hacer esto… No. Es un himno al «sí» a Dios, al Amor, a la Vida. Queridos amigos, nuestra vida es plena sólo en Dios, porque solo Él es el Viviente.
2. El pasaje evangélico de hoy nos hace dar un paso más. Jesús encuentra a una mujer pecadora durante una comida en casa de un fariseo, suscitando el escándalo de los presentes: Jesús deja que se acerque una pecadora, e incluso le perdona los pecados, diciendo: «Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco» (Lc 7,47). Jesús es la encarnación del Dios vivo, el que trae la vida, frente a tantas obras de muerte, frente al pecado, al egoísmo, al cerrarse en sí mismos. Jesús acoge, ama, levanta, anima, perdona y da nuevamente la fuerza para caminar, devuelve la vida. Vemos en todo el Evangelio cómo Jesús trae con gestos y palabras la vida de Dios que transforma. Es la experiencia de la mujer que unge los pies del Señor con perfume: se siente comprendida, amada, y responde con un gesto de amor, se deja tocar por la misericordia de Dios y obtiene el perdón, comienza una vida nueva. Dios, el Viviente, es misericordioso. ¿Están de acuerdo? Digamos juntos: Dios es misericordioso, de nuevo: Dios el Viviente, es misericordioso.
Esta fue también la experiencia del apóstol Pablo, como hemos escuchado en la segunda Lectura: «Mi vida ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí» (Ga 2,20). ¿Qué es esta vida? Es la vida misma de Dios. Y ¿quién nos introduce en esta vida? El Espíritu Santo, el don de Cristo resucitado. Es él quien nos introduce en la vida divina como verdaderos hijos de Dios, como hijos en el Hijo unigénito, Jesucristo. ¿Estamos abiertos nosotros al Espíritu Santo? ¿Nos dejamos guiar por él? El cristiano es un hombre espiritual, y esto no significa que sea una persona que vive «en las nubes», fuera de la realidad como si fuera un fantasma. No. El cristiano es una persona que piensa y actúa en la vida cotidiana según Dios, una persona que deja que su vida sea animada, alimentada por el Espíritu Santo, para que sea plena, propia de verdaderos hijos. Y eso significa realismo y fecundidad. Quien se deja guiar por el Espíritu Santo es realista, sabe cómo medir y evaluar la realidad, y también es fecundo: su vida engendra vida a su alrededor.

3. Dios es el Viviente, es el Misericordioso, Jesús nos trae la vida de Dios, el Espíritu Santo nos introduce y nos mantiene en la relación vital de verdaderos hijos de Dios. Pero, con frecuencia, lo sabemos por experiencia, el hombre no elige la vida, no acoge el «Evangelio de la vida», sino que se deja guiar por ideologías y lógicas que ponen obstáculos a la vida, que no la respetan, porque vienen dictadas por el egoísmo, el propio interés, el lucro, el poder, el placer, y no son dictadas por el amor, por la búsqueda del bien del otro. Es la constante ilusión de querer construir la ciudad del hombre sin Dios, sin la vida y el amor de Dios: una nueva Torre de Babel; es pensar que el rechazo de Dios, del mensaje de Cristo, del Evangelio de la Vida, lleva a la libertad, a la plena realización del hombre. El resultado es que el Dios vivo es sustituido por ídolos humanos y pasajeros, que ofrecen un embriagador momento de libertad, pero que al final son portadores de nuevas formas de esclavitud y de muerte. La sabiduría del salmista dice: «Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos» (Sal 19,9). Recordémoslo siempre: El Señor es el Viviente, es misericordioso. El Señor es el Viviente, es misericordioso.
Queridos hermanos y hermanas, miremos a Dios como al Dios de la vida, miremos su ley, el mensaje del Evangelio, como una senda de libertad y de vida. El Dios vivo nos hace libres. Digamos sí al amor y no al egoísmo, digamos sí a la vida y no a la muerte, digamos sí a la libertad y no a la esclavitud de tantos ídolos de nuestro tiempo; en una palabra, digamos sí a Dios, que es amor, vida y libertad, y nunca defrauda (cf. 1 Jn 4,8, Jn 11,25, Jn 8,32), a Dios que es el Viviente y el Misericordioso. Sólo la fe en el Dios vivo nos salva; en el Dios que en Jesucristo nos ha dado su vida con el don del Espíritu Santo y nos hace vivir como verdaderos hijos de Dios por su misericordia. Esta fe nos hace libres y felices. Pidamos a María, Madre de la Vida, que nos ayude a acoger y dar testimonio siempre del «Evangelio de la Vida». Así sea.

Fuente de información:http://www.vatican.va
Profesora Sylvia Rojas

miércoles, 12 de junio de 2013

Ferias de Ciencias y Tecnología

Hoy los alumnos comenzaron a trabajar para concretar una investigación.Eligieron temas,formularon problemas y objetivos,elaboraron hipótesis, consultaron fuentes de información.
Ahora, el gran desafío de llegar al conocimiento. A continuación encontarán recomendaciones para la redacción del trabajo:


Recomendaciones para el armado e impresión del informe
· Usar hojas tamaño A4 (21 cm por 29,7 cm.) a simple
faz. Usar letra de fuente Arial, con tamaño 11. Con
respecto los espacios entre oraciones, usar 0 para el
espaciado anterior, y 6 para el espaciado posterior,
con interlineado sencillo. Justificar los textos a izquierda,
sin división de palabras. Por último, las páginas
deberán estar numeradas de forma correlativa.
· Utilizar la extensión que crean necesaria, aunque es
recomendable un máximo de aproximadamente 5000
palabras texto, y agreguen toda información gráfica
que se considere pertinente (gráficos, tablas, fotografías,
esquemas, etc.)
ESTRUCTURA SUGERIDA PARA LOS INFORMES DE PROYECTO
Concepto Observaciones
Fecha Día, mes y año de inscripción del trabajo en la Feria Nacional
Título Debe ser claro, breve, atractivo e informar acerca del objetivo
fundamental de la indagación escolar llevada adelante por la clase.
Índice Numeración ordenada de los contenidos del trabajo.
Resumen Describir en forma sintética todos los pasos de la indagación. El
resumen sirve para dar al lector una idea clara y completa sobre el
trabajo. Su extensión no debe exceder las 500 palabras. Será idéntico
al que se presente con la planilla de inscripción.
Introducción En ella se exponen los antecedentes, marco teórico o referencial y
razones que motivaron el trabajo, situación problemática, o precisión
del problema, los objetivos e hipótesis, si hubiere. Debe quedar
explícita la vinculación del proyecto presentado a los contenidos
curriculares del año/grado en el área escogida.
Desarrollo Materiales y metodología. Materiales utilizados. Actividades llevadas
a cabo durante la indagación, diseño de las experiencias, recolección
y elaboración de los datos, métodos empleados. Planificación
y ejecución de proyectos tecnológicos.
Resultados obtenidos
Presentación de los resultados puros. Tablas, gráficos, figuras que
expresen lo obtenido como producto de la indagación llevada a
cabo. Presentación de productos/objetos tecnológicos, funcionamiento.
Discusión Debate e interpretación de los resultados obtenidos en relación con
otros resultados de trabajos similares.
Conclusiones Constituye la respuesta que propone el indagador para el problema
que originó la indagación de acuerdo con los datos recogidos y la
teoría elaborada o aplicada. Debe redactarse en forma sencilla,
exhibiendo concordancia con las hipótesis aceptadas. Como proyección
pueden surgir nuevos problemas sobre la base de la indagación
realizada.
Bibliografía consultada
Las referencias bibliográficas se escriben de acuerdo con un modelo
utilizado universalmente: Apellido y nombre del autor, título del
libro o revista, lugar, editorial, año de edición, número, volumen y
página(s).Se presenta por orden alfabético de apellido del autor
Agradecimientos Eventualmente, el reconocimiento del equipo expositor a las personas
que hicieron sugerencias o le /s proporcionaron asesoría o
ayuda, mencionando sus nombres y las instituciones a las cuales
pertenecen. que se presente con la planilla de inscripción.
Profesora Sylvia Rojas

Homilía del Papa Francisco-9 de junio

Breves frases de la homilía del Papa, que habla sin papeles en italiano. La versión es de Radio Vaticano
El Papa no habla desde el trono, sino desde el ambón.

En estas tres Lecturas veo algo en común: el movimiento. En la Primera Lectura el movimiento es el camino; en la segunda Lectura, el movimiento está en la edificación de la Iglesia; en la tercera, en el Evangelio, el movimiento está en la confesión. Caminar, edificar, confesar.

Caminar. Casa de Jacob: “Vengan, caminemos en la luz del Señor”. Esta es la primera cosa que Dios dijo a Abraham : “Camina en mi presencia y sé irreprensible”. Caminar: nuestra vida es un camino. Cuando nos detenemos, la cosa no funciona. Caminar siempre, en presencia al Señor, a la luz del Señor, tratando de vivir con aquel carácter irreprensible que Dios pide a Abraham, en su promesa.

Edificar. Edificar la Iglesia, se habla de piedras: las piedras tienen consistencia; las piedras vivas, piedras ungidas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la esposa de Cristo, sobre aquella piedra angular que el mismo Señor, y con otro movimiento de nuestra vida, edificar.

Tercero, confesar. Podemos caminar todo lo que queramos, podemos edificar tantas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no funciona. Nos convertiríamos en una ONG (Organización No Gubernamental) de piedad, pero no en la Iglesia, esposa del Señor. Cuando no caminamos, nos detenemos. Cuando no se construye sobre la piedra ¿qué cosa sucede? Pasa aquello que sucede a los niños en la playa cuando construyen castillos de arena, todo se desmorona, no tiene consistencia. Cuando no se confesa a Jesucristo, me viene la frase de León Bloy “Quien no reza al Señor, reza al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio.

Caminar, edificar-construir, confesar. Pero la cosa no es así de fácil, porque en el caminar, en el construir, en el confesar a veces hay sacudidas, hay movimiento que no es justamente del camino: es movimiento que nos echa para atrás.

Este Evangelio continúa con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: “Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo. Yo te sigo, pero no hablemos de Cruz. Esto no cuenta”. “Te sigo con otras posibilidades, sin la Cruz”. Cuando caminamos sin la Cruz, cuando edificamos sin la Cruz y cuando confesamos un Cristo sin Cruz, no somos Discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor.

Quisiera que todos, luego de estos días de gracia, tengamos el coraje - precisamente el coraje - de caminar en presencia del Señor, con la Cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que ha sido derramada sobre la Cruz; y de confesar la única gloria, Cristo Crucificado. Y así la Iglesia irá adelante.

Deseo que el Espíritu Santo, la oración de la Virgen, nuestra Madre, conceda a todos nosotros esta gracia: caminar, edificar, confesar Jesucristo. Así sea.

Fuente http://www.aleteia.org/es/especial
Profesora Sylvia V. Rojas

miércoles, 5 de junio de 2013

Papa Francisco: Homilía Domingo del Corpus Christi (2 junio)

Hoy 2 de junio el Papa Francisco ha dicho en Santa Marta que “La guerra es el suicidio de la humanidad porque mata el corazón y mata el amor”. En esta celebración participaron un grupo de ochenta personas, compuesto por parientes de militares italianos caídos en las misiones de paz en los últimos cinco años, en particular en Afganistán, y por algunos militares heridos en el curso de estas misiones.
Los parientes de los caídos eran cincuenta y cinco, en memoria de veinticuatro militares y trece heridos, acompañados por algunos parientes.
El 2 de junio, se celebra en Italia la Fiesta de la República, “un día significativo” – tal como recordó en su saludo Monseñor Vincenzo Pelvi, Ordinario Militar para Italia, quien concelebró con el Papa Francisco – en el que el país – dijo – expresa “una deuda de amor hacia la familia militar”.
“¡El Señor escucha la oración de todos!”, la de Salomón en el día de la consagración del Templo, pero también la oración de cada uno de nosotros, dijo el Papa al resaltar, citando también el episodio evangélico del centurión que le pide a Jesús la curación de su siervo, “nuestro Dios es así – añadió Francisco – escucha la oración de todos, de todos no como si fuéramos anónimos, sino la oración “de todos y de cada uno”. “Nuestros Dios es Dios de lo grande y Dios de lo pequeño; nuestro Dios es personal”, escucha a todos con el corazón y “ama con el corazón”:
“Nosotros hoy hemos venido a rezar por nuestros muertos, por nuestros heridos, ¡por las víctimas de la locura que es la guerra! Es el suicidio de la humanidad, porque mata el corazón, mata precisamente donde está el mensaje del Señor: ¡mata el amor! Porque la guerra viene del odio, de la envidia, del deseo de poder, y también - lo vemos tantas veces – de ese afán por más poder”.
El Obispo de Roma constató que “tantas veces hemos visto que los problemas locales, los problemas económicos, las crisis económicas”, “los grandes de la tierra quieren resolverlos con una guerra”:
“¿Por qué? ¡Porque el dinero es más importante que las personas para ellos! Y la guerra es precisamente esto: es un acto de fe en el dinero, en los ídolos, en los ídolos del odio, en el ídolo que te lleva a matar al hermano, que lleva a matar el amor. Me viene a la mente esa palabra del nuestro Padre Dios a Caín quien, por envidia, había asesinado a su hermano: ‘Caín, ¿dónde está tu hermano? Hoy podemos oír esta voz: es nuestro Padre Dios que llora, que llora por esta locura nuestra, que nos dice a todos nosotros: ‘¿Dónde está tu hermano?’; que dice a todos los poderosos de la tierra: ‘¿Dónde está tu hermano? ¡Qué han hecho!’”
De aquí la exhortación del Pontífice a rezar al Señor para que “aleje de nosotros todo mal”, repitiendo esta oración “también con las lágrimas, con esas lágrimas del corazón”:
“‘Dirígete a nosotros, Señor, y ten misericordia de nosotros, porque estamos tristes, estamos angustiados. Mira nuestra miseria y nuestra pena y perdona todos los pecados’, porque detrás de una guerra siempre están los pecados: está el pecado de la idolatría, el pecado de explotar a los hombres en el altar del poder, y sacrificarlos. ‘Dirígete a nosotros, Señor, y ten misericordia, porque estamos tristes y angustiados. Mira nuestra miseria y nuestra pena. Estamos seguros de que el Señor nos escuchará y hará, hará algo para darnos el espíritu de consuelo. Así sea”.
Al término de la Misa se rezó la “Oración por Italia”, compuesta por el Beato Juan Pablo II. La comunidad eclesial del Ordinariato militar regaló al Papa Francisco una obra de artesanía napolitana en terracota realizada por los maestros de Nápoles, Raffaele, Salvatore y Emanuele Scuotto. Se trata de una composición que representa a San José Obrero, que muestra los instrumentos del carpintero al pequeño Jesús, quien sostiene un cesto que contiene los objetos símbolo de la Crucifixión: los calvos, el martillo y la tenaza.
Fuente de información: enclavedefe.com( RadioVaticana)

Profesora Sylvia Rojas

domingo, 2 de junio de 2013

NO SÓLO LAS PALABRAS COMUNICAN

   Comparto con ustedes estas frases del libro "El Alquimista", de Paulo Coelho, que nos conducen a reflexionar sobre el fascinante tema de la comunicación:



Existe un lenguaje que va mas allá de las palabras.

Si aprendo a descifrar este lenguaje sin
palabras, aprenderé a descifrar el mundo.